No tengo amigos, ¿qué hago?

Las redes sociales hacen parecer a las personas más de lo que son. Tienen más amistades, viajan a sitios más exclusivos, tienen más dinero o son más bellas. Y tú sientes que no tienes ni un amigo. Sea verdad o una percepción tuya, no desesperes.

Posibles motivos

No te quieres. Nadie es perfecto, claro, pero hay personas que, sin ser el ideal, se sienten bien consigo mismas. Cuando piensas en ti, sientes decepción, tristeza, odio, nada en absoluto, asco, rabia... Te miras al espejo y ves a una persona fea, con la que no querrías estar.

Tu entorno no es propicio. Ninguno será 100% ideal, pero hay algunos tóxicos. Si eres de una minoría (o mujer) en un ambiente donde se te discrimina o se te considera menos, donde no hay sitio en donde sientas que puedes bajar la guardia, y no quieren ser tus amigos por prejuicio.

No hay voluntad de las partes. ¿Eres muy exigente? ¿No hay gente con la que te interese hacer amistad en tu área? ¿Son gente que te hizo daño en el pasado y no quieres darles otra oportunidad? Algunas situaciones las puedes arreglar tú, otras requieren de ayuda externa, y algunas no tienen solución.

No quieres amigos. Las amistades llevan tiempo y esfuerzo. Analiza por qué quieres tener amistades, y si piensas invertir todo lo que se requiera para mantenerlas más o menos saludables. Si quieres tener amistades, adelante. Si no, ¿por qué te preocupas? Aparta la idea de tu cabeza y ve a por algo que quieras de verdad.

Qué hacer

Mantén la calma. Todo el mundo tiene malos días, malas semanas, malas épocas. El sentir que no tienes amistades es algo que se siente tarde o temprano. No, no eres “anormal”. Hay elementos que hacen que veas así la situación, sea que percibas que no tienes amigos, o que en verdad no tengas ninguno.

Haz cosas nuevas. Sal de tu área de comodidad e intenta algo que no hiciste nunca antes. Haz un voluntariado, empieza un curso o carrera corta, ve a eventos culturales, súmate a algún grupo en línea... Mejor aún si son muchas personas novatas, el sentimiento de “empezamos esto juntas” puede ser fuerte, al menos por un tiempo.

Busca ayuda profesional. Hay veces en que lo que tienes es algún problema, físico o mental. La psicología está allí para hacer la existencia más soportable, y la medicina también. No se trata de cambiar y ser otra persona, sino de pulirse, de evolucionar.

Revisa tu higiene. Hay personas que apestan, porque no se dan cuenta que el bañarse y usar desodorante es importante, o por problemas médicos (y apestan igual). Báñate y usa ropa limpia, no de alta costura, sino limpia, que se te vea bien y sea cómoda.

Consigue una mascota. Si no les tienes alergias, perros y gatos son ideales, y no necesitas comprarlos. Siempre hay gente regalando gatos o perros, y las mascotas te suelen dar un amor incondicional que otras personas no. De paso, ya tienes tema de conversación y elementos en común con otra gente “mascotera”, a la que le puedes pedir consejo o hablar de mascotas.

Qué no hacer

Desesperar, y en público. La vida no es justa, y tendrás tus momentos, esos en los que quieres tirar todo a la miércoles y gritarle al mundo que te vengarás. Si te da un ataque de “nadie me quiere”, no lo publiques en línea. Será mejor para todos. Y te ahorrará problemas en el futuro.

Estancarte en “el mundo es malo”. Mira, la vida es injusta, y el mundo no debe nada a nadie. El hundirte en el enojo sólo te rodeará de personas odiosas, tóxicas, que te usarán y luego te dejarán tirada cuando ya no les sirvas. Nadie se salva de tener algún episodio como este, pero no te quedes allí toda la vida.

Exigir amistad. No es algo que se pida o se quite, sino que se da entre dos personas. No es algo que se exija, ni a lo que se tenga derecho, y menos aún si se intenta obtener con chantaje o soborno. Si es forzado, no es real.

Ponerte en víctima. “Claro, no quieres tenerme cerca porque...” Esto hará que se alejen de ti todavía más personas, o se acerque la gente equivocada, que querrá aprovecharse de ti. A nadie le gusta la gente quejosa, a menos que se le pueda sacar provecho.

Imagen de Laura Lauman
Autora del artículo