¿Por qué sentimos atracción por otras personas?

La atracción es todavía un fenómeno que no se puede explicar de manera precisa. A pesar de los muchos estudios realizados en este sentido, no se ha podido determinar una causa que explique de manera clara y concluyente el por qué sentimos atracción por otras personas. Todo lo que se ha podido extraer de dichos estudios es que hay una mezcla de factores químicos y culturales que hacen que algunas personas conecten entre sí y otras no. Si quieres conocer qué factores influyen en este extraño proceso, lee con atención.

El aspecto físico

Uno de los factores más evidentes de la atracción es la apariencia física. Sin embargo, tampoco en esto hay reglas que se cumplan al 100%. Por lo general, y según se desprende de las investigaciones realizadas en estos estudios, los seres humanos nos sentimos atraídos por personas que presentan un alto grado de simetría facial. En lo referente al cuerpo, también hay algunas normas que suelen cumplirse. La relación entre cintura y caderas en las mujeres, o entre hombros y cintura en los hombres, son factores que suelen desencadenar atracción.

La genética

En cierto modo unido al aspecto físico, la atracción hacia determinadas tipologías se explica por un deseo inconsciente de que nuestra descendencia tenga los mejores genes. Las mujeres que se sienten atraídas por hombres fuertes o musculosos entienden que este tipo de hombres tienen los mejores genes, y están preparados para defenderlas de cualquier amenaza. Por su parte los hombres a las que les atraen las mujeres con grandes pechos interpretan de manera inconsciente que ellas son compañeras que pueden alimentar mejor a su prole. Dicha atracción no se produce de forma consciente por estas razones, pero va implícita en nuestro código genético como resultado de los tiempos en los que estos factores eran decisivos para la supervivencia de la especie.

Similitud familiar

Es muy común que haya mujeres que se enamoran de hombres similares a sus padres y que haya hombres que hagan lo propio con mujeres que se asemejan a sus madres. No se trata de ningún tipo de complejo de tipo psicológico, sino simplemente de que estamos habituados a ese tipo de físico/comportamiento y establecemos una conexión positiva con ellos. Puesto que son rasgos de nuestros progenitores, las personas que nos han cuidado y se han preocupado de nosotros, al cruzarnos con otras que tienen características en común con ellos, solemos darles una valoración positiva, cuyo resultado puede derivar en atracción.

Afinidad cultural

Tener en común similares experiencias o referencias culturales, o valores y gustos parecidos es un fuerte motor de atracción. Cuando hablamos con una persona a la que le gustan las mismas cosas que a nosotros, y que ve la vida de un modo similar, se genera una corriente de simpatía, cuya intensidad puede variar desde la simple amistad, hasta el deseo de convertirnos en su pareja.

Admiración

Curiosamente – y aquí radica uno de los grandes misterios de la atracción- no sólo nos atrae lo que es similar a nosotros, sino aquello que es muy distinto y de lo que carecemos. Todas las personas tienen una serie de virtudes y defectos, y por lo general, tendemos a admirar a personas que destacan en aquello en lo que nosotros no alcanzamos su nivel. Las personas tímidas admiran el carácter extrovertido, y a la inversa, quienes son un torbellino de actividad, valoran la tranquilidad que éstos les aportan. Ambos miembros admiran características de las que carecen, y dicha admiración es el paso previo para la atracción.

Protección

Este mismo fenómeno de complementariedad se da con la protección. En un gran número de ocasiones, la mujer aspira a encontrar un hombre con el que sentirse protegida, un compañero que le garantice estabilidad y tranquilidad. En el caso de los hombres, opera a la inversa: su atracción se produce por la sensación de valía que le reporta saberse el miembro fuerte de la pareja, y ese rol es el que le otorga sentido a su vida. Saber que otra persona le necesita le hace esforzarse en cumplir sus expectativas, y encuentra tremendamente satisfactorio el poder cumplir los deseos de protección de ella.

Misterio

El no conocer a fondo a una persona, el preguntarnos cosas acerca de ella, también es un motor de atracción. Por una parte, por el deseo de saber más, pero también porque, de manera inconsciente, muchas de esas lagunas suelen rellenarse con la atribución de virtudes imaginarias. Es muy común que, si una persona nos llama la atención por algún motivo, y no sabemos casi nada de ella, terminemos por otorgarle una serie de características positivas para hacer que encajen en nuestra percepción inicial.

Personalidad

La personalidad en su conjunto es uno de los factores que más influyen. Hay rasgos que admiramos y otros que detestamos, y cuando en una persona se dan en un alto grado un buen número de los primeros, la atracción aparece. Sin embargo, aunque hay rasgos de la personalidad en teoría más atractivos que otros, no hay una personalidad tipo que resulte atractiva para todo el mundo. Cada uno tenemos un baremo diferente para medir los rasgos de la personalidad y por lo tanto, lo que para unos puede ser una personalidad magnética, a otros puede causarle rechazo.

Química

Aquí es donde está el verdadero meollo del asunto. Podemos encontrar una persona que cumpla todos los requisitos que creemos necesarios para sentirnos atraídos por ella y sin embargo que esa atracción no se produzca. En el enamoramiento hay un gran componente de química, ya que es la aparición de determinadas sustancias, en concreto las endorfinas, las encefalinas y la feniletilamina, la causa de ese estado de euforia casi permanente en el que vivimos al enamorarnos. ¿Por qué aparecen esas sustancias en algunos casos y en otros no?
Los motivos son incontables. La forma de reír de una persona, su voz, su forma de andar o de mirar…cualquiera de esos detalles puede motivar una reacción en cadena que inunde el cerebro de estas sustancias y nos haga perder la razón.