Diferencias entre tener sexo y hacer el amor

Sí, es diferente.

Es complicado comprender cuáles son si no has pasado por las dos experiencias. El tener una vida sexual “plena” o “activa” son frases repetidas cuando se habla de la vida amorosa (de pareja o no), pero a veces esos términos se confunden.

Deseo de conocer o deseo de sólo placer

Cuando se hace el amor, parte de ello es querer saber qué le gusta o no a la otra persona. No sólo dónde le gusta que le acaricien, toquen o besen, sino qué cosas quisiera hacer o no. Cuando se trata de hacer el amor, el placer es el fin último y poco importa saberlo.

Tomarse su tiempo o ir directo al grano

A veces, el juego previo empieza desde el primer instante del coqueteo. El tomarse el tiempo necesario para construir una atmósfera, de disfrutar de los momentos juntos, no sólo del puro acto sexual, indica que se está por hacer el amor. En el sexo, en cambio, el juego previo puede no ser tan sutil ni tomarse tanto tiempo.

Emociones indispensables u opcionales

Hacer el amor, como ya se ha expuesto arriba, no es simplemente algo físico. Implica el querer que la otra persona también lo disfrute, el tomarse el trabajo de saber qué le gusta o no. El desear que la experiencia sea algo más que fricción. Para algunas parejas, significa una conexión sentimental, mientras que para tener relaciones sexuales esto no es necesario.

En relaciones largas o cortas

En una relación larga, es aconsejable hacer el amor más que tener sexo. Esto no significa que estén encasillados a una sola opción: solo que, cuando se hace el amor, se tiene una conexión, un conocimiento y un deseo de bienestar mutuo que no se halla en aventuras de una noche o de poco tiempo. ¿Para qué conectarse con alguien a quien no verás más en unas horas?

Algo irracional o racional

El hacer el amor es, en la gran estructura bilógica humana, irracional. Como animales, la humanidad tiene que hacer que su especie sobreviva, pasando sus genes de una generación a otra. Por suerte, también somos más que simples animales, y hemos desarrollado culturas que ponen en claro ciertas reglas (que no siempre se cumplen).

El tener sexo es más similar a lo que se ve en animales en períodos de celo. Pero las personas no tienen estados de celo, y es esto lo que evidencia que todas esas excusas de “el hombre es un animal, por eso hace X” (siempre cuando la pareja le reclama que sea fiel, por ejemplo) es inválido.

Relacionarse” en vez de “ganar”

Una de las cosas que hablan de cómo es alguien en verdad se refiere al sexo. Durante las relaciones sexuales con otra(s) persona(s) se está en un estado vulnerable, y todas las máscaras tras las que nos ocultamos caen. Cuando se hace el amor, el objetivo principal no es el orgasmo, sino el relacionarse con la otra persona. Cuando se está teniendo sexo, el placer físico es el objetivo último y principal.

Hacer el amor no vende, el sexo sí

El sexo está en todas partes, menos en donde debería estar en verdad. La publicidad nos inunda con mensajes sobre sexo no siempre tan disimulado, en donde, por lo general, un varón común y corriente se ve rodeado de supermodelos si usa un desodorante de determinada marca. El mensaje es claro: si compras esto, tendrás sexo. Nunca se usa el mensaje sobre hacer el amor, porque no vende.

Hay personas que no tienen sexo, sólo hacen el amor

En el diverso abanico de la sexualidad humana, que no sólo tiene a personas heterosexuales y homosexuales, hay personas que no tienen sexo, nunca. Se trata de las personas demisexuales, que pueden sentirse atraídas por personas de su mismo sexo o del opuesto. Sólo comienzan una relación con alguien con quien tengan una conexión emocional, por lo que “sólo” tener sexo es impensable. Estas personas, por ejemplo, no se excitan con pornografía.

Lo uno es tan válido como lo otros

Si bien se puede creer que tener sexo es un insulto al sublime acto de hacer el amor, ambos son válidos si todas las personas involucradas están de acuerdo. Si a alguien le gusta sólo uno o lo otro, está en todo su derecho, siempre y cuando respete la regla del consentimiento. O puede que le gusten las dos; después de todo, es su vida (sexual).
 

Imagen de Laura Lauman
Autora del artículo