¿Qué significa el karma de una persona?
Si bien lo primero que se te ocurre al escuchar la palabra “karma” será alguna variación de “castigo”, hay mucho más detrás de ella. De orígenes asiáticos, tiene detrás toda una serie de religiones, filosofías y pensadores, quienes han debatido y predicado por siglos. Aquí, un pequeño resumen.
Karma significa “por cada acción, hay una reacción”
Como la Tercera Ley de la física de Newton, pero enunciada muchos siglos antes, el karma quiere decir que todas nuestras acciones (físicas, verbales o hasta mentales) son causas, y nuestras experiencias son sus efectos. Esto explicaría el por qué cada persona tiene una mentalidad, una apariencia física y unas experiencias únicas.
No es un sistema de castigos y recompensas
Puede que hayas oído que, cuando una persona que ha hecho cosas malas tiene una desgracia, o algo le sale mal, es el karma que le ha vuelto. O cuando una persona buena tiene un golpe de suerte enorme, o algo le sale muy bien. La definición del karma de una persona no pasa por esto, aunque puede que se vea así.
Significa “acción” o “hecho”
De origen sánscrito, el vocablo “karma” se traduce al castellano como “acción” o “hecho”. Para algunas religiones dármicas (que se originan del SanātanaDharma, o vedismo, llamadas índicas o védicas, con una deidad en común pero con diferentes concepciones según cada religión), el karma constituye la energía que se desprende de cada una de las acciones del individuo, y que tiene peso en cada una de sus reencarnaciones, hasta lograr la perfección.
No es lo mismo que el destino
En el idioma japonés hay dos palabras para “destino”: el “sadame” es el destino que no puede cambiarse, mientras que el “unmei” es el destino que puede cambiarse. El karma no tiene que ver con el destino, sino con tus acciones y las consecuencias de las mismas. No es ni “sadame” ni “unmei”, por más que te digan lo contrario.
Está relacionado con la reencarnación
Las religiones teístas que creen en el alma consideran que la reencarnación es el traslado del alma de una persona a otra estructura física, a otro cuerpo, una transmigración del alma. El karma es lo que establece las condiciones bajo las cuales se reencarna. Mientras mejor lo hayas hecho, mejor te irá en tu siguiente vida.
Tiene una ley kármica
La ley del karma dice “cuando están vivas, las aves comen hormigas, y cuando mueren, las hormigas se comen a las aves. Un árbol puede convertirse en un millón de fósforos, pero un solo fósforo basta para quemar un millón de árboles. Puedes tener poder ahora, pero las circunstancias cambian. El karma es poderoso. No lastimes a nadie. Has el bien y sé bueno”.
Es otra forma del “no hagas a otros…”
Es por esto, por las reencarnaciones, que se considera que una persona merece todo lo que le pase, bueno o malo, bien por lo que hizo en esta vida, o en las anteriores. Estarás en las mismas circunstancias en las que pusiste a otras personas, por ejemplo. Y el saber que lo que hagas te puede volver, recuerda al “no hagas a otros lo que no quieres que te hagan a ti”.
Tiene toda una filosofía detrás
Si bien todas las religiones, en mayor o menor medida, dan consejos sobre cuál es la forma “correcta” de vivir la vida, las dármicas tienen una filosofía más extensa y más acatada. Debido a su creencia en la reencarnación y el karma, aconsejan practicar el vegetarianismo, y los conceptos espirituales suelen ser similares; contemplativos, meditativos, pacifistas, etc.
Lo que crea el karma es la intención
Hay veces en que una acción tuya puede hacer daño a una persona, sin que eso sea tu intención. En este caso, no tienes algo más de “mal karma”. También pasa lo mismo cuando haces un bien sin tener esa intención, no te aumenta el “buen karma”. Por más que ocultes tus intenciones, las religiones dármicas afirman que no puedes esconder tus intenciones de ti mismo, ni del universo.
Tiene como objetivo el aprendizaje, no el castigo
El fin del karma y de la reencarnación es llegar a un estado de perfección espiritual. Tu destino no está escrito en piedra porque tienes libre albedrío. No puedes escapar de tu pasado, pero puedes aprender de él para hacerlo mejor en el futuro.