En que consiste una relación de amor odio
Las relaciones humanas son complejas, eso es bien sabido. Cada persona es un mundo, y a veces, cuando se relacionan con otras personas, los mundos colisionan. O no. Hay personas que parecen amarse un día y al siguiente se odian a muerte. Están en una relación de amor odio.
No quieren estar sin alguien
A veces, como se mencionó antes, lo que se busca no es estar con la otra persona en una relación, sino el tener una relación. Algunas personas no soportan la idea de la soledad, y prefieren quedarse con alguien, aunque no les termine de gustar, o aunque no sea la persona con la que quisieran, para evitarlo.
Quieren a ese alguien, pero detestan la relación
Quizás su relación no sea de pareja, sino de otro tipo. Puede que una sea la jefa del otro, o que sean miembros de un grupo, o que las circunstancias les hayan puesto en bandos opuestos. Sea como sea, ven que esa relación, por mala que sea, es la única que tienen con esa persona, y si la opción es no tener ninguna, se aferran a ella con todas sus fuerzas.
Hay mucho drama
Esta clase de relación no es una saludable, y no sólo por ser adictiva. Como en ella se suceden los períodos de concordia y las peleas y discusiones, algunas personas esperan esos momentos con ansias. Son adictas al drama, y a todo lo que causa, tanto dentro como fuera de la pareja.
No son relaciones estables
Llega un punto en el que no se aguantan más, y deciden romper la relación. Pero luego descubren que se extrañan o que no les gusta estar sin el otro, o sin esa relación, y vuelven. Esto impide que se conozcan de verdad, reconozcan sus errores como personas y en la relación, es decir, que crezcan y evolucionen.
Son relaciones cíclicas
Hay personas adictas a esta clase de relaciones. Los puntos bajos (cuando rompen, por ejemplo) se compensan con los puntos más altos (cuando vuelven a ser pareja, etc.). Esto empieza a hacer rodar un ciclo en donde el punto más alto será seguido de uno muy bajo, y viceversa. De la misma forma en que algunas personas son adictas al alcohol, al cigarrillo o a las redes sociales, hay quienes lo son a una relación, o una persona. Y no, no es ni romántico ni saludable.
El otro es un premio que ganar
Llega un punto en donde uno de los miembros de la relación empieza a sopesar los pros y los contras de dejar la relación, y se encuentra con todo lo que ha puesto en ella. Han hecho tanto, han ido tan lejos, que prefieren quedarse para ver si logran lo que desean (una mejor relación, o cambiar al otro). Después de todo, si cuesta tanto es porque vale la pena, ¿o no?
No hay conexiones profundas
Ya sea una relación de pareja, de trabajo, o del tipo que sea, si se trata de una relación de amor-odio, no habrá conexiones profundas. Si bien se ama y se odia algunas cosas del otro, y estos son sentimientos intensos, no hay un lazo entre ustedes dos. La atracción es hacia elementos superficiales del otro, no hacia cómo es en realidad.
La relación no tiene un motivo real de existencia
Se está en la relación porque sí, así de simple. No quieren estar en esa relación, pero sí con la persona, o viceversa, así que se aferran a lo que pueden. No hay compromiso, se sabe que no es una elección inteligente, pero es eso o nada. Una relación así no tiene motivo de existir duradero, ni futuro.
Es una relación inmadura
En una relación adulta, se acepta que hay cosas que serán agradables, y otras que serán desagradables. Está en cada quien el observar sus circunstancias, sus recursos y sus posibilidades, y tomar acciones al respecto. Si no se posee la madurez para aceptar que la vida no hará siempre lo que se desea que haga, no se podrá tener relaciones adultas.
Puede llevar a situaciones graves
Esta clase de relación es un buen caldo de cultivo para que se den elementos nocivos en las relaciones humanas. Algunos de ellos son la manipulación, los celos, el control, el abuso emocional o físico, entre muchas otras. El ciclo de la violencia sólo va en aumento, a menos que dicho ciclo se rompa, cosa muy difícil de hacer.