Ya no quiero a mi marido - Cómo confimarlo y actuar despúes
Todas las parejas atraviesan crisis alguna vez en la vida. Es normal que en alguna ocasión te cuestiones seguir adelante o no con la relación. A veces, las crisis se superan con paciencia, conversando, o haciendo terapia de pareja. Pero hay otras veces en las que el amor realmente se ha terminado y no vale la pena seguir intentándolo una y otra vez. Si sospechas que has dejado de amar a tu esposo, fíjate si te sientes identificada con las siguientes claves.
No te atrae sexualmente
Por cierto que el deseo sexual no es una regla fija para medir el amor. Hasta las parejas más ardientes pasan por etapas en las que el deseo disminuye drásticamente (por ejemplo, tras el nacimiento de un hijo), pero también se puede reconstruir el deseo y retomar las relaciones, incluso cuando la frecuencia de las mismas no sea igual que al comienzo de la pareja. Pregúntate a ti misma si la disminución de tu deseo puede tener otro origen: hormonal, psicológico (estás deprimida, por ejemplo), tu propia autoestima en baja, etc. Sin embargo, si experimentas ausencia total de deseo por tu marido pero sí te sientes sumamente atraída hacia otros hombres, al punto de concretar (o fantasear permanentemente) una infidelidad, es probable que ya no lo ames.
Hace tiempo que vienes experimentando las mismas dudas
Este sentimiento de desamor que tienes, ¿es algo repentino, producto de una pelea o de una infidelidad? ¿O, por el contrario, no tiene un detonante que puedas identificar? No hay que confundir el enfado con haber dejado de amar a alguien. Es normal que, durante una crisis de pareja, experimentes ira o resentimiento hacia el otro. Pero si no logras identificar desde cuándo vienes sintiéndote así, si hace tiempo sientes que no lo quieres, no por algo en especial sino simplemente porque ya no consigues recordar qué te atrajo de él en primer lugar, si experimentas una profunda indiferencia en lugar de resentimiento o enojo, es hora de poner las cosas en claro y dejar de mentirte a ti misma.
Nada de lo que él haga te viene bien
Es normal que, a medida que vamos conociendo a la otra persona, perdamos la idealización y descubramos los defectos que todos tenemos. Pero si hay amor, se ama al otro con sus defectos también. Si últimamente te quejas de absolutamente todo lo que él hace (incluso de detalles domésticos como la manera en la que acomoda los platos en la secadora, o de gestos bienintencionados como hacerte un obsequio), si no puedes ver sus cualidades positivas, esas mismas cualidades que en algún momento te cautivaron al punto de decidir compartir con él el resto de tu vida, el amor se ha terminado.
Has bajado los brazos (y él no)
Si hace un tiempo acordaron remontar la relación, hacer terapia de pareja o comenzar a ser francos el uno con el otro, y ves que de su parte él pone todo, pero tú no consigues la voluntad para hacerlo, ello quiere decir que, aunque aún no lo admitas, ya te has dado por vencida. Si no estás haciendo nada por remontar la relación porque sientes que cualquier esfuerzo de tu parte es infructuoso, seguramente el amor ya no sea una motivación.
Te has enamorado de alguien más
Nadie puede amar plenamente a dos personas. Es posible que, durante tu vida matrimonial, puedas haber sentido cierta atracción o curiosidad por otros hombres, pero si ahora sientes que ya no se trata de simple deseo, sino de amor (esas locas mariposas en el estómago que hace años que no sentías), es que definitivamente lo que sentías por tu marido se ha terminado.
¿Y ahora que se que no le quiero que hago?
Y has llegado a la conclusión de que el amor que sentiste alguna vez hacia tu marido se ha terminado. No es algo producto de una decisión impulsiva, no se debe únicamente a un enojo momentáneo, sino al desgaste del tiempo, a intentarlo todo una y otra vez, a acostumbrarte a que las cosas no cambien…
Una cosa positiva puedes sacar de esta situación tan dolorosa: al menos ya no estás dispuesta a seguir engañada respecto a tus propios sentimientos. Has asumido que ya no quieres a tu esposo, y ahora que puedes expresar la verdad, te sientes de algún modo liberada. Pero, ¿qué debes hacer a continuación? En realidad nadie puede decidir algo tan importante salvo tú misma. Aquí lo único que haremos será ofrecerte algunos consejos.
Asesórate antes de tomar una decisión
Si todavía no has puesto las cosas en claro frente a tu marido, es un buen momento para llegar a esa conversación bien aconsejada. Habla con un terapeuta matrimonial, con una amiga que haya pasado por la misma experiencia, y hasta con un consejero espiritual si lo crees necesario, y pregúntales cómo te recomiendas que encares esa dura conversación. Otra cuestión en la que no está de más asesorarse es en el aspecto legal. Si llegaste a la conclusión de que un divorcio sería lo más saludable, habla con un abogado que sabrá explicarte todo lo que concierne a la separación de bienes y la tenencia de los hijos. Por supuesto que tu marido también se asesorará llegado el caso, pero no está de más que tú ya estés prevenida.
Preserva a tus hijos
Está bien que hables con otras personas antes de enfrentar a tu marido, pero que esas personas no sean tus hijos. La separación de sus padres les resultará necesariamente dolorosa, pero lo mejor es que se enteren cuando los adultos ya hayan dirimido las cuestiones y que sean ambos padres quienes les informen de las decisiones una vez que se hayan tomado. De ninguna manera les digas a tus hijos cosas malas de tu marido (siempre será su padre y lo mejor para los niños es mantener una relación saludable con ambos progenitores). Explícales que ellos no son responsables de la ruptura de la pareja, sino que son cosas que a veces ocurren entre personas mayores y que ambos consideran que serán más felices, y mejores padres para ellos, si siguen su camino separados.
Sincera sí, despiadada no
Si la decisión de separarte de tu marido ya está tomada, si no hay nada que él pueda hacer para que cambies de idea, mejor es que se lo digas cuanto antes, y de frente. Explícale cómo te sientes y que consideras que no es justo ni para ti ni para él seguir atados en un matrimonio sin amor. Pero eso sí, no es el momento para arrojarle todas las quejas sobre lo mal que te ha hecho sentir en el último tiempo, ni de desearle lo peor. Se trata de sacar la verdad a la luz, sin lastimar más de la cuenta a la otra persona. Para ello, antes de hablar con él te conviene sacarte de encima todo el resentimiento acumulado y llegar tranquila a plantearle las cosas a tu pareja.
¿Y si no hago nada?
¿Te resulta imposible imaginarte tu vida separada? ¿Temes por el qué dirán, por las apariencias, por el dinero o por el bienestar de tus hijos? Tú sabrás si estas cosas justifican el vivir atrapada en un matrimonio sin amor. Con respecto a los hijos, a veces terminan sufriendo más por ver a sus padres viviendo miserablemente que por tenerlos separados. Con respecto a todo lo demás, se trata de aprender a hacerte cargo de tu propia vida. Piénsalo de este modo: en chino, la palabra ‘crisis’ significa también ‘oportunidad’. Por algo será.