Tipos de miradas de reojo
¿Hay algún chico o chica que te mira de reojo y no sabes cómo interpretarlo? No es extraño, porque ese tipo de mirada puede tener distintos significados, y no siempre es fácil distinguir el motivo de esa forma de mirar. Para que tengas un poco más claro por donde pueden ir los tiros, vamos a repasar qué significa mirar de reojo en todas sus posibles variantes. Una vez las conozcas todas, te resultará más fácil descartar algunas y quizás puedas tener más claro el motivo de esas miradas hacia ti.
Mirar de reojo cuando quieres mirar sin que la otra persona se dé cuenta
Hay veces que una persona te inspira curiosidad, admiración, deseo…cualquier sensación que tú sabes que estás experimentando, pero de la que no quieres que ella tome conciencia. En esos casos, es muy común mirar de reojo al pasar cerca, siempre cuando crees que ya no puede verte. En ese instante giras los ojos y miras por el rabillo, sin que ningún giro de cabeza te delate. Si alguien te mira de este modo es difícil que puedas darte cuenta…a no ser que tú estés haciendo lo mismo.
Mirar de reojo para demostrarle a alguien que te gusta
Este tipo de mirada de reojo es radicalmente diferente, tanto en el modo de llevarse a cabo como en el objetivo. Quien mira de reojo quiere que la otra persona se percate de su mirada, porque en realidad lo que pretende es mandarle un mensaje silencioso que diga “Me atraes”. Para eso, la táctica que suele utilizarse es pasar por delante de la persona a la que quieres mandar ese mensaje, sin mirarla, y cuando vas a empezar a dejarla atrás, buscar sus ojos con tu mirada. Su reacción al notar que es observada será mirar, y de este modo vuestros ojos coincidirán una fracción de segundo. Como, además, quien mira suele ir de paso, puede acompañar la mirada con un ligero giro de cuello, para asegurarse de que él/ella nota que está siendo observado fijamente. Si recibes este tipo de miradas de reojo por parte de la misma persona frecuentemente, que no te quepa duda: le gustas.
Mirar de reojo por timidez
Hay personas cuya timidez les impide un acto tan simple como cruzar la mirada. Cuando estas personas quieren mirar a alguien, nunca lo hacen de forma clara y directa, sino que buscan escudarse en una mirada de reojo para no tener que coincidir con los ojos de aquel al que miran. Puede parecer una tontería que haya quien sienta temor de algo tan simple como cruzar miradas, pero los tímidos tienen estos y otros miedos que les impiden relacionarse con normalidad. Si la persona que te mira de reojo es muy tímida, quizás no haya ninguna intención detrás de esa clase de mirada. Tan sólo se trata de una manera de sentirse más protegido/a y de no exponerse a las miradas de otros por el temor que les producen.
Mirar de reojo por curiosidad
Si bien no es tan frecuente como cualquiera de los otros tipos de miradas de reojo, también hay quien mira así por curiosidad. A veces nos encontramos personas que actúan de forma extraña o que hacen cosas a las que no le encontramos sentido. En esos casos, no es extraño que se evite la mirada directa, ya que la situación resulta un tanto desconcertante y por no encontrarle una explicación, preferimos no delatar nuestros pensamientos. De manera que en lugar de mirar fijamente a esa persona o lo que está haciendo, preferimos hacer como que no nos damos cuenta, pero por el rabillo del ojo no perdemos detalle. El objetivo de esta mirada es saber a qué se debe esa conducta, pero sin demostrar que es algo que nos interesa.
Mirar de reojo por no parecer un pervertido/a
Es posible que alguna vez te hayas cruzado con una chica que llevaba un escote mucho mayor de lo normal, y cuyos pechos sobresalieran de manera espectacular. O con un chico cuyo bulto en los pantalones dejaba adivinar que la naturaleza había sido tremendamente generosa con sus atributos masculinos. En casos así, la mayoría de personas no pueden evitar mirar aquellos prodigios tan poco frecuentes de ver, pero evidentemente, tratan de hacerlo sin incomodar y sin que quede patente su interés por dicha parte de la anatomía. Y es que a nadie le gusta que le señalen como un pervertido por mirar fijamente partes del cuerpo con connotaciones sexuales, y mucho menos que el propietario o propietario de las mismas s e encare con nosotros recriminándonos la mirada. ¿Cuál es la solución? Mirar de reojo. Nuestra curiosidad queda saciada y nuestro buen nombre queda intacto, permitiéndonos disfrutar del espectáculo de forma discreta.