¿Qué significa que algo o alguien de morbo?
Algo o alguien mórbido genera una fascinación malsana. Es la clase de atracción hacia cosas desagradables, que la sociedad considera que no deberían mostrarse, pero se exponen de todos modos. Ya sean las historias de banquetes envenenados, de accidentes de tránsito sangrientos o de personas tan obesas que no pueden moverse sin ayuda, siempre encuentran público.
Algo que da morbo: el objeto prohibido que genera emociones
El morbo atrae a todos, en mayor o menor medida, porque genera emoción
En el libro “Todos disfrutan de un buen accidente de tren”, escrito por Eric Wilson, se intenta explicar por qué es imposible apartar la mirada. Sí, incluso a la más dulce de las personas le ha costado, al menos una vez en la vida, el dejar de verlo. En general, se debe a que algo morboso genera emociones y la sensación de algo que no debería hacerse, pero lo hacemos igual. Y lo prohibido es muy atractivo.
El morbo de los sitios y objetos infames puede ser positivo
Hay museos dedicados a los métodos de tortura utilizados durante el oscurantismo, esa época de la Edad Media donde se perseguía a quien no encajase con lo que la iglesia o el rey correspondiente dictasen. Pero, pese a lo que se podría pensar, el morbo por el sufrimiento ajeno podría ser algo positivo: es una señal que queremos sentirnos como esa otra persona, es decir, sentir empatía. Y la empatía es indispensable para evolucionar como sociedad.
Si es mórbido, es noticia, porque atrae público
“Accidente fatal: mueren dos personas y un boliviano”. Créase o no, esta frase fue un título presentado en un canal amarillista de noticias argentino, generando una oleada de incredulidad a nivel nacional e internacional. Es una de las más recordadas de la historia del canal. Y de seguro será una de las frases que más recordarás del artículo, por su impacto. Ese es uno de los atractivos del morbo.
El morbo es una forma de expresar un deseo
Toda persona se ha preguntado, más de una vez, qué tal sería cometer un delito. De seguro ya se te ha planteado al pregunta de qué crimen cometerías si no hubiese consecuencia alguna. El pensarlo es normal, el planear cómo hacerlo no lo es.
Hay dos pulsiones, dos corrientes que manejan las acciones de las personas: el eros (sexual) y el destrudo (muerte). Obsérvese cuáles son las noticias más mórbidas que recuerdas, y de seguro tendrán uno, o ambos, de esos factores. Mejor aún si suceden en ámbitos donde “no debería pasar, pero pasó”, como en familias ricas o del poder.
Alguien que da morbo: o cómo sentirse mejor con la propia vida
El morbo de los problemas de salud graves: “qué bueno que no soy así”
Una de las primeras cosas que saltará a tu mente apenas pienses en personas mórbidas son aquéllas mórbidamente obesas, a un nivel en el que o pierden peso rápido (por medio de operaciones, como la del cinturón gástrico) o mueren.
El efecto que causa verlas, ya sea en la vida real o en programas de televisión, es igual a quien mira programas donde una persona caprichosa, rica y tonta actúa con impunidad: el sentirse superior. El espectador piensa “yo no soy así” o “a mí ni me pasa eso”, y se siente mejor con su vida. De allí su éxito.
Puede ser una forma de expresar fe, o solo de ser observado
Hay personas que disfrutan modificar su cuerpo de forma extrema. Ya sea por motivos religiosos, culturales, artísticos o solo porque quisieron, generan un impacto en quien les ve. Estirarse el cuello con aros de meta, las orejas con anillos, los piercings en sitios inusuales o muy sensibles, colgar de ganchos o de anzuelos sobre el piso, caminar sobre carbones…
Lo que para una persona es algo morboso, para otra es una forma de decir algo: “mi divinidad me protegerá”, “mira lo que sucede en realidad hoy” o, lisa y llanamente, “mírame, observa cuán distinto soy a lo que dicen que tienes que ser tú”.
Una persona que da morbo puede ser admirada (en secreto)
Esa repulsiva persona lo ha hecho de nuevo, y tú no puedes dejar de mirar. ¡Con todos los males del mundo, va y hace eso! Eso que, en lo profundo de tu ser, quisieras hacer. No por eso que hizo en sí, sino porque se animó a hacerlo. Porque puede hacerlo, o porque tiene el valor para hacerlo, o porque no le importa lo que digan o hagan otras personas, lo hizo. Y el animarse a hacer algo, aunque sea algo prohibido, requiere de valor, algo que no todas las personas tienen.