Diferencias entre amar y querer

Complicado es el panorama de los sentimientos y emociones humanas. En especial en los primeros años de la madurez, cuando se deja atrás la infancia y se debe comenzar a andar por el camino hacia la adultez. O puede que nunca lo hayas sentido hasta este momento, y no sepas cuál es la diferencia entre amar y querer.

Querer es superficial, amar es profundidad

Querer va muy junto a desear. La naturaleza humana es deseante: apenas se logra un objetivo, ya se quiere ir a por otro, uno que aún no hemos alcanzado. Se puede querer mucho, pero el amor no se expande a lo ancho, sino en lo profundo. En diez años puede que quieras miles de cosas, pero lo más probable es que sólo ames a unas pocas personas, con un tipo de intensidad que se tiene en contadas ocasiones.

El amar no cambia dependiendo de cómo te fue en el día

Cuando quieres algo, siempre que piensas en eso tu cerebro libera dopamina, lo que te da la sensación de borrachera. Cuando amas a alguien, la sensación es fluctuante, porque no se puede estar siempre en la “ebriedad del amor”. Por más bajones y subidones de hormonas y desbalances químicos, si amas a alguien sabes que eso es pasajero, y que la relación sobrevivirá.

Querer está en la cabeza, amar está en el corazón

Puede que llegues querer a alguien de forma consciente, pero en el amor hay muchos otros mecanismos fuera de tu control. Quieres avanzar en tu carrera, que te asciendan, más dinero o prestigio, tener mejor salud… pero amas tu pasión, eso que hace tu trabajo soportable, o a tu madre o padre que te han hecho la genial persona que eres hoy.

Puede haber querer sin amor, pero no a la inversa

El amor, ese de verdad, que no se puede explicar, no es algo de un segundo. Requiere tiempo, trabajo y conocerse bien, y para llegar a eso debe de haber algo similar a la querencia. Del amor al odio hay poco, pero es raro que pase al revés. Si no le quieres, nunca llegarás a amarle. Si le quieres, puede que algún día le ames.

Quieres a mucha gente, amas a unas pocas

Quizás quieras a tus colegas de trabajo, pero sólo ames a tus padres. Los afectos incluyen un abanico de posibilidades: aprecio, admiración, compañerismo, sana competencia, etc., pero sólo a algunas llegarás a amar como una madre a su deseado hijo, o una persona a su pareja de veinticinco años.

Amar es conocer lo peor, querer es sólo conocer lo bueno

“Querer” es cuando sabes lo mejor de una persona, y te agrada por eso. No hay mucho que contradiga tu imagen idealizada de esa persona. “Amar” es cuando sabes que esa persona tiene defectos y, aún así, quieres estar a su lado, en sentido romántico o no.

Quieres cosas, amas a seres vivos

El decir que se ama a un objeto es una exageración, aunque con el ideal romántico de hoy en día puede hasta encajar (“Eres un objeto a mi servicio que me hace la vida más fácil.”). Se puede amar a familiares, pareja, personas con los mismos ideales, o hasta a las mascotas (mucha gente las considera parte de la familia).

El querer es una meta, el amar es un viaje

Cuando quieres algo o a alguien, el objetivo último es “poseer”. Una definición malsana del amor es, precisamente, “entregarse”, como si en vez de una persona fuese un objeto en busca de dueño. En cambio, en el amor se sabe que no hay meta a la vista, sino un viaje que se hace mucho más ameno cuando se recorre con la persona amada.

La diferencia, explicada en “El principito”

En esta inmortal obra literaria de Antoine de Saint-Exupéry, se puede leer el siguiente:

—Te amo —le dijo el Principito.

—Yo también te quiero —respondió la rosa.

—Pero no es lo mismo —respondió él, y luego continuó— Querer es tomar posesión de algo, de alguien. Es buscar en los demás eso que llena las expectativas personales de afecto, de compañía. Querer es hacer nuestro lo que no nos pertenece, es adueñarnos o desear algo para completarnos, porque en algún punto nos reconocemos carentes.

Imagen de Laura Lauman
Autora del artículo