Manual para dar besos en el cuello a tu pareja

Dar besos en el cuello es una de las experiencias más placenteras que existen, tanto para quien lo lleva a cabo como para quien los recibe. Sin embargo, para que verdaderamente sea así, hay que saber cómo besar de la manera adecuada. Si no tienes demasiada experiencia, o quieres mejorar tu técnica, aquí te presentamos un completo manual que hará que tu pareja escubra un placer desconocido hasta el momento.

Comienza por acariciar con la punta de los dedos

pasar la punta de los dedos por algunas zonas de su cuello es la forma ideal de comenzar tu maniobra. Debes hacerlo con la mano invertida, de manera que sea la superficie de tu uña la que roce su piel. Ello generará un ligero cosquilleo que será el anticipo del torrente de sensaciones que te propones hacerle sentir. Este suave roce le indicará tus intenciones, con lo que conseguirás, desde el principio, un aumento de su excitación. Es una manera sutil y delicada de pedir permiso. Un “Voy a darte placer. ¿Me dejas?” silencioso.

Humedece tus labios y da un primer beso con la boca cerrada

El primer contacto con su cuello ha de ser suave y ligeramente húmedo. Hay que tener en cuenta que para que consigas la máxima excitación por parte de tu pareja, has de seguir un patrón de estímulos ascendente, es decir, debes ir de menos a más en la intensidad de tus caricias y besos. Por eso estos primeros pasos han de ser casi tímidos, no hay que lanzarse a la primera a lamer su cuello porque eso rompe toda la magia. Un primer beso con la boca cerrada y los labios húmedos es como un buen aperitivo: te deja ganas de más.

Dirígete hacia una parte sensible del cuello con pequeños besos

Una vez ya has aterrizado en su cuello, debes avanzar hacia una zona especialmente sensible, y la mejor forma es marcar un camino con pequeños besos similares al primero que has dado. Besos ligeramente húmedos, con la boca cerrada, y muy suaves y continuados. Según te vayas acercando a esa zona, su excitación aumentará.

Besa con la boca abierta y el interior de tus labios

Ahora que estás en una zona sensible, toca sacar la artillería pesada. Abre tu boca y deja que el interior húmedo de tus labios tome contacto con su piel. En ese momento, él/ella empezará a sentir un cosquilleo terriblemente placentero como resultado de la humedad de tus labios y calor que éstos han acumulado mientras los mantenías pegados. Recuerda, el estímulo es únicamente con el interior de los labios. La lengua debe permanecer en su sitio.

Separa tus labios de su piel y sopla sobra la zona que has humedecido

Una vez has aplicado un poco de saliva con el interior de tus labios sobre un área especialmente sensible toca variar el estímulo. Sepárate ligeramente y deja de hacer contacto con tu boca. Observa la zona que has estado trabajando, que debe estar ligeramente mojada, y sopla con suavidad sobre ella. Lo creas o no, acabas de enviar una sacudida de placer a su sistema nervioso, ya que el aire aplicado sobre la piel húmeda, genera una descarga que se transmitirá por todo su cuerpo.

Lame la parte posterior del cuello

Llega el momento de atacar otra zona estratégica, la parte de atrás del cuello, un área con multitud de terminaciones nerviosas y, por tanto, muy sensible. Comienza desde la base y continúa hasta la parte superior haciendo todo el recorrido sólo con la punta de la lengua, sin depositar saliva. Sólo acaricia con tu lengua de abajo a arriba y repite la operación unas cuantas veces, preferentemente, variando el recorrido, es decir, en varias líneas paralelas.

Besa las proximidades de su oreja

El secreto, como puedes comprobar, está en la variedad. Diferentes estímulos aplicados en diferentes zonas proporcionan los mejores resultados en cuanto a excitación. Acabas de lamer la posterior de su cuello, ahora toca, pues, cambiar el área de acción y el tipo de contacto. Ve hacia la oreja y comienza a besar suavemente por debajo de ella con besos cortos y con la boca cerrada. La sensación será totalmente distinta a la que le estabas proporcionando hace unos instantes, y eso mantendrá vivo el deseo de que sigas explorando su piel.

Chupa su cuello con delicadeza

Vuelve a cambiar de zona. Levanta con suavidad su mandíbula y dirígete a su cuello por la parte delantera. Comienza a recorrerlo con tu lengua húmeda. Es importante que utilices la cantidad justa de saliva para que note la humedad, pero sin pasarte. A no ser que sepas que verdaderamente le gusta, es mejor ser conservador en esto, porque a algunas personas demasiada saliva les resulta desagradable.

Da pequeños mordiscos

Además de chupar su cuello, funciona muy bien dar pequeños mordisquitos suaves. Puedes alternarlos con besos o con lametones, de forma que no se haga repetitivo. Esto te permitirá permanecer más tiempo estimulándola zona frontal del cuello y lograr que su excitación alcance el máximo grado.

Besa la línea de su mandíbula

Ya has logrado que el placer se apodere de él o de ella. La mejor transición hacia su boca es subir desde el cuello hasta la línea de la mandíbula, y una vez allí, recorrerla con pequeños besos que te permitirán asaltar sus labios de una forma totalmente natural.

A estas alturas, puedes poner la mano en el fuego porque tu pareja está totalmente entregada. Una sesión prolongada de besos en el cuello no deja indiferente a nadie, y permite subir la temperatura hasta extremos que ni imaginas. Si no tienes costumbre de hacerlo, prueba a poner en práctica todos estos pasos que te hemos mostrado en este manual para dar besos en el cuello, y verás cómo vuestras relaciones aumentan el grado de intensidad y pasión.