Cómo darse cuenta de que un amor es obsesivo

Debido al éxito de obras del estilo de “50 sombras” y similares, se ha descubierto que muchas personas, en especial las mujeres, tienen una idea malsana de qué es el amor, y dónde está el límite que lo separa de la obsesión. Es difícil poner en palabras al amor, pero es muy fácil hacerlo con la obsesión.

Te envía mensajes, te llama y exige que le respondas de inmediato

El Whatsapp permite enviar mensajes de teléfono a teléfono, como si se tratase de un chat, sin pagar un centavo (o casi tan poco que es irrisorio). Si apenas te separas de tu pareja y ya te está enviando mensajes, llamando, preguntándote cosas una y otra vez (y pretende que respondas de inmediato) no se trata de una relación sana. No eres una mitad, eres una persona completa, y tienes derecho a tu propio tiempo y espacio.

Quiere que le des tus contraseñas

La privacidad es un derecho cada vez menos presente en la existencia humana. Así y todo, tienes derecho a no darle acceso a tu pareja a tus cuentas de redes sociales, o de celular. Si lo pide una vez, como en broma, y no vuelve a preguntarlo, no hay problema, pero si se ofende e insiste, eso no es amor, es deseo de poseerte. El amor eleva, la posesión te rebaja a ser un objeto.

No escucha

En su relación, las cosas tienen que hacerse como él o ella quiera, y tú no tienes ni voz no voto al respecto. Puede que te escuche, con cara de aburrimiento o fastidio, y luego haga lo que él o ella quieran, diciéndote que tus ideas no funcionarían jamás. Hace oídos sordos a tus palabras, porque tú no sabes cómo hacerlo pero él o ella sí. Qué suerte que le tienes a tu lado.

Todo es personal

La obsesión por una persona hace que llegue un punto en donde todo se lo tome personal. Si no puedes ir a tomar un café con él o ella, no es porque tengas que trabajar, se acerquen los finales, tengas familia o amigos, sino porque no le quieres ver. No es que tengas vida, no es que seas una persona, no es que no puedas ir porque hay un huracán grado cinco, es que no le quieres.

Siempre te espera, en todos lados

Si bien puede parecer un gesto bonito si pasa un par de veces, si es algo de todos los días, puede ser molesto. Una persona obsesionada contigo lo hará para asegurarse que no le engañas, que en realidad estás donde dices que estás, y que no le estás escondiendo algo. Es aún peor cuando le dices que no llegarás a tu casa sino hasta bien entrada la noche, y al llegar le ves allí, esperándote. Y con exigencias de por qué no le has informado de tu hora de llegada.

Llama tu atención de forma malsana

Te llama al trabajo o en medio de un examen final, diciéndote que necesita de ti y que es algo de vida o muerte. Llegas, dejando tu vida a un lado, y te le encuentras en perfecto estado de salud, pero quería hablar de algo que no podía esperar. Puede ser desde llamadas o mensajes alarmantes hasta la autoflagelación para que le tengas como prioridad.

Amenaza con dañarse si le dejas

Llega un punto en donde dices basta. No quieres estar con esa persona, no te sientes bien en esa relación, no le ves futuro, te ahogas, y te ha hartado su actitud. Entonces, él o ella dicen cosas en la líneas de “si me dejas, me mato”, lo que puede incluir amenazas a tu vida. Te dirá que no te dejará en paz si le dejas, que te seguirá aunque cambies de nombre, de país y de pareja, y que no hay nada que cambiar, que están bien así como están.

Amenaza o golpea a gente con la que interactúas

Él te vio hablar con un muchacho en clase, y al día siguiente está en el hospital, luego de una brutal paliza. Ella te vio sonreírle a la chica del café, y cuando vuelves al local, ella no está ese día por crisis de nervios. Él o ella no tolera que tengas relaciones fuera de la pareja, sin importar si es tu amigo homosexual de toda la vida (y tú eres mujer heterosexual), tu prima que adoras, el hermano con el que viviste por años, o esa amiga que te ayudó en momentos difíciles, etc. Siente mucha inseguridad, y cree que le perteneces, al punto que debes estar en una caja y sólo tener a él o ella como ser querido. Esto no es amor.

Imagen de Laura Lauman
Autora del artículo