Características de las relaciones destructivas

Las relaciones humanas pueden ser de muchos tipos, y tener distintos grados de intensidad, positiva o negativa. Una cosa es saludar al dueño del puesto de diarios, y otra planear tu venganza contra el asesino de tus padres. En algunas entras porque las buscas, otras se forman con el tiempo, algunas serán beneficiosas, otras destructivas. ¿Cómo detectar estar últimas?

Siempre das, nunca recibes

En una relación de pareja, habrá ámbitos en donde uno pondrá más que el otro. El resultado final debe dar un esfuerzo más o menos equitativo para mantener una relación saludable. Sin embargo, si sólo una parte pone todo, o la inmensa mayoría del esfuerzo, se trata de una relación desbalanceada, insalubre e injusta.

Tu pareja espera que satisfagas todas y cada una de sus necesidades

Tienes que traer el pan a la mesa, cocinar, limpiar la casa, y darle dinero. Además, si no haces lo que quiere que hagas en el ámbito sexual es que eres mala persona y no le quieres. Debes estar ahí para darle ánimos en sus proyectos, pero nunca tendrá tiempo para apoyarte en algo que te interese o apasione. No sólo tienes que dar todo, sino darlo en todo lo que tu pareja quiere.

Hay abusos

Pueden ser de clase física (golpes, mordiscones, arañazos, empujones), psicológica (ignorarte, echarte la culpa de todo, “hazlo si quieres, pero habrá consecuencias”), económica (te exige que dejes tu trabajo, le des tu sueldo, vendes cosas tuyas y se queda el dinero, etc.), sexual o de otros tipos. Todas y cada una de ellas son inaceptables.

Tu pareja tiene alguna adicción

No tiene por qué ser a drogas (i)legales: hay personas adictas a los videojuegos, al trabajo, al sexo, a las apuestas… sea cual sea su adicción, tarde o temprano terminará por afectar a la pareja, y a ti, trayendo problemas graves (de salud, legales, familiares, etc.).

Siempre es tu culpa

Sin falta, cuando algo malo sucede, es culpa tuya. Si sólo hubieras hecho lo que tu pareja quería que hicieras, todo se habría solucionado y no estarían en el problema en el que están ahora. Tu pareja es inocente de toda culpa y cargo, y si dices lo contrario es porque no quieres aceptar tus responsabilidades, qué egoísta y mala eres.

Niega la realidad, o miente

Puede que sea algo que esté en las noticias mundiales, en veinte cadenas de televisión a la vez, pero si tu pareja dice que es mentira, o que no está pasando, supone que debes creerle. Si se trata de algo que te hiere o perjudica, dice que no es su culpa, que deben ser imaginaciones tuyas (o de otras personas), y que no tiene nada que ver con eso.

Las peleas son constantes

Toda pareja tiene sus diferencias, y sus integrantes saben cuándo elegir sus batallas. En una relación destructiva, es común que las peleas sean frecuentes, y a veces por tonterías. Aún peor es cuando llevan a “castigos”, como golpes, robo de pertenencias, aislamiento, etc.

Te incita a malos hábitos

Una cosa es que te sugiera que te tomes un día para no reventar de estrés, y otra es que te incite a beber alcohol en cantidad, consumir drogas ilegales, cometer alguna clase de crimen, etc. Si te niegas, te dirá que no le quieres, que eres mala persona, o intentará convencerte de todas las formas posibles.

Usa el miedo, la manipulación o la culpa para controlarte

El objetivo es siempre el mismo: que hagas lo que desea que hagas sin cuestionar sus motivos. Es que, si sólo hicieras lo que te dice, y si no preguntaras tanto ni te pusieras a pensar lo que te pide, serían una pareja perfecta. Sólo haz lo que te dice sin preguntas y todo irá bien. A menos, claro, que no le quieras tanto como dices que le quieres. Ya verás lo que pasa con tu cajita de música de tu amada y difunta abuela, cuando vuelvas.

La relación no te hace feliz

En teoría, una relación más o menos saludable debería ayudarte a ser mejor de lo que eres. Por eso, si bien hay momentos malos, el resultado final debería ser positivo. Si notas que la relación de pareja que tienes te ha chupado la alegría, la energía, las esperanzas en tu futuro o tus sueños, es que no es una relación sana.

Imagen de Laura Lauman
Autora del artículo