Cómo evitar que tus amigos se enamoren de ti

La forma más sencilla de evitar que un amigo se enamore de ti es estar en un grupo de amistades atraídas por el sexo opuesto al tuyo. Sabiendo que esto es poco probable (y que el perder una amistad, porque una de las partes quiere ser más que amigos, no es agradable), hay algunas cosas que puedes intentar para evitar que se enamoren de ti.

Evita hablarles por teléfono o por redes sociales. Esto da la impresión que son más cercanos, y reforzará la imagen idealizada que tiene de tu persona. Limita tus tiempos en estas redes, no atiendas todas sus llamadas (o ninguna), y pasa menos tiempo con ellos.

Muestra tus defectos. Quizás, tus amigos te vean y piensen que eres una dulce criatura que no ha sido mancillada por la maldad de este mundo. Muéstrales que no eres perfecta, y hazlo de forma gradual, para no poner en evidencia lo que sucede. Si nunca has insultado, deja escapar una o dos palabras malsonantes ante una situación que lo amerite. Sal sin maquillaje (si lo sueles usar), o deja de lado la ropa que usas pero que no te es tan cómoda, desliza que tienes un pasatiempo que no le has mostrado hasta ese día, etc.

Cambia de música. Si acostumbran escuchar la misma música al estar juntos, busca otros géneros o grupos. Lo mismo vale para las películas, libros o videojuegos que dejabas de lado porque no les gustaban a tus amigos. De esta forma, empezarán a ver que la imagen que tienen de ti no es idéntica a la realidad, y que puede que haya algunas cosas de ti que no les agraden.

Haz cosas nuevas. Pasa tiempo con otras personas, encuentra nuevas actividades, tira (o mejor aún, vende) esas cosas viejas que llevas hace tiempo y que siempre dijiste que ordenarías más tarde. Renueva tu guardarropa, cambia el estilo, prueba cosas nuevas y disfrútalo. Si los objetos que tienes a tu alrededor no son útiles, agradables o simbólicos, deshazte de ellos.

Ten una “cita” con él, y decepciónalo. Si se siente atraído por tus ojos verdes, utiliza lentes de contacto marrones. Si aprecia que nunca digas palabrotas, lánzale todo tu repertorio a la primera oportunidad. Toma todo lo que él adora de ti y muéstrale lo contrario. Una vez se convenza que no eres para él, podrás regresar a actuar más como tú misma, sin tanto peligro que se enamore, ya que el daño estará hecho.

Díselo de forma directa. Si no tienes interés alguno en tener una relación de “más que amigos” con alguien, coméntale que un amigo intentó conquistarte y que le pusiste en claro que no te interesa esa clase de relación. Menciona por qué y no dejes dudas al respecto. Si intentan un acercamiento indirecto, puedes terminar la conversación con un “no tengo ganas de tener una relación, ni ahora ni en el futuro cercano, con uno de mis amigos”.

Hazte la tonta. A veces, un varón puede no comprender, o no querer comprender, que no deseas tener más que una amistad con ellos. En estos casos, recurre a tus dotes actorales y representa el papel de tonta, al menos en lo que respecta a los posibles avances de tu “aspirante a candidato”. Si él insinúa algo con tintes románticos, vete por la tangente, repara en un detalle que él pasa por alto, o toma sus palabras en un sentido distinto del que él pretende.

Si tienes un novio o interés amoroso, hazlo saber. Los métodos varían: puede que menciones algo que dé a entender que estás interesada en otra persona, ya sea cara a cara o en las redes sociales, pedirle consejo a tu “aspirante a pretendiente” sobre qué le gustaría a esa persona en la que estás interesada, o decirle, feliz de la vida, que has encontrado alguien que te atrae más que como amigos. Desliza que no tienes ojos para nadie más, y ríete si tu aspirante a candidato insinúa que él está interesado en ti. Dile que sólo le ves como amigo.

No cedas ante la culpa. Si todo lo demás ha fallado, y él te dice que no podría seguir siendo tu amigo, o intenta usar la culpa o el chantaje emocional, no cedas. Una relación con una persona así no será saludable para ti, y una pareja que no es deseada por ambos integrante nunca llegará a buen puerto.

Imagen de Laura Lauman
Autora del artículo