¿Debo dejar a mi novio por ser pobre?

Lejos están los tiempos en los que las únicas dos opciones de una mujer eran casarse o ser parte de una orden religiosa. Hoy en día, las mujeres disfrutan de muchos derechos, y si bien no hemos llegado a la igualdad, sí hemos conquistado cosas valiosas. Ya no somos simples muñequitas bonitas a elegir: podemos decidir con quién deseamos tener un noviazgo, sea o no de nuestra misma cultura, religión o clase social.

Y estas diferencias pueden causar roces.

Evalúa su situación económica…

El dinero importa en la pareja. Sin importar cuán romántica seas, si no aceptas este hecho, no podrán progresar como pareja. Seamos sinceras: la compatibilidad económica pesa tanto o más que la compatibilidad afectiva, sexual, de objetivos o intimidad, en especial con las mujeres. Es por este tema que muchas relaciones se desgastan, se rompen o no funcionan.

y si tiene intención de mejorarla

Examina la situación actual de cada uno. ¿De qué trabaja? ¿Es un empleo con posibilidades de crecimiento? ¿Le gusta su trabajo? ¿Está estudiando? ¿Tiene talentos que podría utilizar para mejorar su situación económica? ¿Y tiene intenciones de mejorarla? Si ambos ganan un sueldo más o menos similar, o hay posibilidades que así sea, hay esperanzas.

Considera tu entorno y tus responsabilidades

Esta es una clásica situación donde el corazón te dice una cosa y la cabeza te dice otra. Si no tienes carga de familia, es mucho más sencillo. Si tienes descendencia, la cosa cambia: el bienestar de tus hijos está primero, ya que tu novio es una persona adulta y puede valerse por sí mismo, pero ellos dependen de ti.

Ten en cuenta que puede ser algo temporal

No es extraño que alguien pierda su trabajo, sea por el motivo que sea, y pase de tener un nivel de vida alto a uno medio o medio bajo. Si ves que él busca trabajo, que se esfuerza, que estudia, en definitiva, que intenta mejorar su situación económica, o que es una situación pasajera, puede valer la pena quedarse con él. Sea como sea, debes tener presente que la mayoría de los casos de divorcio tiene sus raíces en motivos relacionados con el dinero.

Busca alternativas para la situación…

Aquí depende mucho la creatividad, la flexibilidad, y cuán dispuestos estén los dos a llevar la pareja adelante. Si él es pobre y tú ganas lo suficiente para los dos, puedes proponerle que él sea amo de casa. Si se niega, entonces proponle alternativas: trabajar desde casa, pagar de forma proporcional las cuentas en común, tomar un empleo a medio tiempo, etc.

y siempre hazlo con respeto

Habla con tu novio, poniendo el acento en que te preocupa que la relación se resienta si no hacen algo al respecto. Usa la palabra “nosotros”, y resalta que desearías que la pareja funcione. Aún hoy, se considera que es un hombre el que debe de “traer el pan” a la casa, y puede que se sienta disminuido, o poco masculino ante la situación.

Cuándo romper la relación

La realidad puede ser esperanzadora, sí, pero la situación puede no ser la misma en todos los casos. Es mejor romper la relación si él:

  • Está resentido por la diferencia e ingresos

  • Se pone agresivo cuando tocas el tema

  • Minimiza tus logros

  • Planea ser tu “oso de peluche”

  • Se niega a considerar siquiera alguna de las opciones que le presentas

  • Esquiva el tema

  • Te exige que dejes tu trabajo para estar “al mimo nivel” que él

Una pareja debe ser una relación entre iguales. Esto no significa que sean idénticos en todos los aspectos, sino en que haya cierto balance, y objetivos en común. Necesita de dos para funcionar, y que tú sola lleves el peso de la relación no funcionará.

Lo indispensable en la pareja

Lo elemental para que una relación funcione es que sus integrantes se aprecien, se apoyen, y sean un elemento positivo en la vida de la otra persona. Todo el mundo tiene sus altos y sus bajos: puede que él esté en un período en el que necesite de tu ayuda más de lo que tú le necesitas a él. Si bien el tener ingresos compatibles es muy importante, puede que en su caso tengan más peso otros elementos, como los objetivos en común, la intimidad, el sexo, etc.
 

Imagen de Laura Lauman
Autora del artículo