Belleza interior vs belleza exterior, ¿cuál es más importante?

El concepto de belleza varía según las épocas. Lo que se consideraba bello en la Europa del siglo dieciocho es distinto de lo que se considera bello en la China actual, por ejemplo. Hoy en día, el énfasis se pone en eso que se puede ver, mostrar, usar para vender la idea que si compras esto o aquello tu nivel de belleza aumentará. ¿De verdad es la más importante?

Qué es la belleza exterior

En pocas palabras, es todo eso que se puede cambiar con cirugía o maquillaje, en especial si se es mujer. Es que se puede medir, y no dura para siempre. Los varones también tienen modelos que alcanzar, pero esos se basan más en la fuerza física y el poder que en la belleza. Las mujeres más bellas son, no por casualidad, las que tienen más dinero, con un séquito de estilistas detrás, y que viven de su imagen.

Qué es la belleza interior

Es aquélla que no depende de cómo luce una persona. Lo que se considere puede variar: inteligencia, creatividad, responsabilidad, compasión, voluntad, carisma, solidaridad, confianza, etc., pero siempre se tratará de algo que no se puede medir, algo deseable y positivo. No se trata tanto de lo que se ve, sino de lo que se tiene como persona. Si se cultiva bien, puede durar para toda la vida.

Cómo se expresa la belleza exterior

La publicidad nos bombardea con imágenes de lo que se supone que es la belleza. Las mujeres son retratadas como objetos, en poses sensuales, siempre jóvenes, mientras que los hombres aparecen en poses que expresan poder o amenaza. La belleza exterior es una imagen, por lo general pasada por horas de maquillaje y Photoshop.

Cómo se expresa la belleza interior

La historia tiene muchos ejemplos de personas que han hecho grandes aportes a la humanidad, y pocos podrían considerarse modelos de belleza de su época. Puede que no sepamos cómo lucía Sor Juana Inés de la Cruz en realidad, pero sus versos han llegado hasta el día de hoy, y siguen aplicándose a las situaciones actuales. La belleza interior es importante porque nos hace ser, y hacer, mejor que alguien que sólo es un bonito envoltorio.

Para qué sirve la belleza exterior

Para vender. Observa a la publicidad que emplea a personas, y verás que se pone a personas bellas, sean hombres o mujeres, como ejemplos o metas deseables. “Compra esto y serás como la modelo de la publicidad”, dice. Te sirve para ser popular, para llamar la atención, para tener mejores posibilidades laborales o de reproducción. ¿Triste? Sí, pero cierto.

Para qué sirve la belleza interior

Un libro podrá atraer por su portada, pero si no es interesante, pronto lo dejarán de lado. El ser una persona creativa, rápida para pensar, inteligente, interesante, compasiva, solidaria, etc., es de mucha utilidad, no por lo que es, sino por cómo puede afectar el entorno y a la persona en sí. No tiene por qué producir dinero, lo importante es que sea beneficioso para alguien. Es esta clase de belleza la que hace avanzar a la humanidad.

¿Por qué se le da tanta importancia a la belleza exterior?

Observa a quiénes se les exige tener belleza. ¿A quiénes va dirigida la gran mayoría de publicidad de productos de belleza, ropa, zapatos o accesorios? ¿Y a quiénes se les presentan como deseables objetos más útiles, como automóviles o relojes que duren una o dos generaciones? Como dijo Serena Gray, una avispada autora: “Seamos francas. Si la mujer promedio supiera de política sexual tanto como de la cantidad de calorías que contiene una porción de pastel de queso, esta sociedad sería un matriarcado”.

La belleza interior es lo más necesario, útil e importante

Por supuesto que lo aquí expuesto no es todo. Hay motivos biológicos, sociales y psicológicos por los cuales se buscan personas consideradas bellas como pareja, con material suficiente para llenar una obra en varios tomos. Lo importante es que estamos aquí porque millones de personas se han esforzado para eso. Todos los avances en medicina, tecnología, ciencia, psicología y un larguísimo etcétera se deben a la belleza interior de personas de las cuales no sabemos cómo lucían, pero sí disfrutamos de los frutos de su esfuerzo. Hemos llegad hasta aquí gracias a ellas.
 

Imagen de Laura Lauman
Autora del artículo